¡Eran tres, siempre los tres!: Rosa, Pinín y la Cordera.
El prado Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón de conquista, con sus jícaras blancas y sus alambres paralelos, a derecha e izquierda, representaba para Rosa y Pinín el ancho mundo desconocido, misterioso, temible, eternamente ignorado. Pinín, después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el poste tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse en la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con él, llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los alambres. Pero nunca llegaba a tocar la porcelana de arriba, que le recordaba las jícaras que había visto en la rectoral de Puao. Al verse tan cerca del misterio sagrado le acometía un pánico de respeto, y se dejaba resbalar de prisa hasta tropezar con los pies en el césped."
Rosa, menos audaz, pero más enamorada de lo desconocido, se contentaba con arrimar el oído al palo del telégrafo, y minutos, y hasta cuartos de hora, pasaba escuchando los formidables rumores metálicos que el viento arrancaba a las fibras del pino seco en contacto con el alambre. Aquellas vibraciones, a veces intensas como las del diapasón, que aplicado al oído parece que quema con su vertiginoso latir, eran para Rosa los papeles que pasaban, las cartas que se escribían por los hilos, el lenguaje incomprensible que lo ignorado hablaba con lo ignorado; ella no tenía curiosidad por entender lo que los de allá, tan lejos, decían a los del otro extremo del mundo. ¿Qué le importaba? Su interés estaba en el ruido por el ruido mismo, por su timbre y su misterio. CONTINUAR LEYENDO
CLARÍN fue uno de los principales narradores del realismo y naturalismo españoles allá por los años finales del siglo XIX y principios del XX.
Como sabéis, su novela más importante fue "La Regenta". Pero, además, escribió otras novelas y, sobre todo, cuentos, de los cuales "¡Adiós, Cordera!" es el más famoso.
"¡Adiós, Cordera!" es un cuento muy simbólico, viene a ser un texto político que refleja bien la trágica historia de la España del s. XIX, incapaz de afianzar el liberalismo político y su inseparable otra cara, el liberalismo económico. Clarín escribe en ¡Adiós, “Cordera”! un texto claramente “naturalista”. Dado el ambiente, el medio, la organización social en que a la Cordera y a Pinín les ha tocado vivir, su final no puede ser otro que el que inexorablemente tienen. Rosa les sobrevive como doloroso testigo y testimonio de que nada, tampoco en el futuro, va a cambiar. Clarín está pidiendo a gritos en este relato breve el cambio radical de la muy injusta sociedad española de su tiempo y del nuestro. Tomado del blog de Alfredo Márquez
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